La maldición del conocimiento

Te hablamos a ti, que probablemente estás leyendo esto desde la comodidad de tu trono de genialidad incomprendida. Tú, que tienes el poder de resolver ecuaciones, analizar mercados o cocinar un risotto perfecto mientras otros aún están descifrando cómo hervir agua. Pero claro, hay un hechizo que te persigue, un obstáculo que ni tu brillantez puede superar. Se llama la maldición del conocimiento.

Sí, amigo, lo has vivido. Es esa maldición que te hace hablar como si fueras un gurú de otro planeta cuando intentas explicar algo. Terminas mirando las caras de tu audiencia, esos pobres mortales que te devuelven una mirada vacía mientras piensan: "¿Qué acaba de decir?".

¿Te suena? Pues no te preocupes, venimos al rescate.

Empecemos por el principio

¿Qué es la maldición del conocimiento?

Imagina que estás explicando algo que para ti es tan sencillo como respirar, como el funcionamiento de la fotosíntesis, la teoría tras el marketing digital o cómo pasar el nivel 345 del Candy Crush. Pero para tu audiencia, tu explicación suena algo así como:

—“Bla bla bla... ATP... bla bla... sinergias... bla bla... microtransacciones.”

¿El resultado? Todo el mundo desconectado, tú frustrado y todo el esfuerzo por iluminar sus mentes acaba en humo.

¡Bienvenido al club!

La maldición del conocimiento ocurre cuando sabes tanto de un tema que te resulta imposible recordar cómo era no saber nada.

Pero tiene remedio.

Cómo romper la maldición y convertirte en maestro Jedi de la comunicación

Aquí tienes la solución, paso a paso, porque sabemos que te encanta una buena guía:

1. Vuelve al nivel 0

Pon tu mente en modo principiante. Pregúntate: “¿Qué es lo primero que necesitaría saber alguien que no sepa absolutamente nada de este tema?”

Usa ejemplos básicos, simples. Si estás explicando la teoría de la relatividad, empieza con algo visual:
—“Imagina que tienes un trampolín y pones una bola de bolos en el centro. Eso es como la gravedad.”

Sí, suena tonto. Pero ¿sabes qué? Funciona.

2. Habla su idioma (no el tuyo)

Tu jerga técnica puede ser muy sexy en tu círculo profesional, pero al público le suena como Dothraki.

Cambia “la sinergia de los KPI optimizados” por algo más humano:
—“Miremos qué tal están funcionando nuestros objetivos usando este gráfico.”

Piensa en tu audiencia como si fueran chavales de la ESO. No es condescendencia, es claridad.

3. Cuenta una historia

A todos nos encantan las historias. Son como azúcar para el cerebro. ¿Por qué crees que las fábulas han sobrevivido siglos? Usa relatos simples que conecten emocionalmente:
—“Una vez me pasó que intenté ahorrar tiempo haciendo esto mal... ¿El resultado? Perdí dos semanas arreglando el desastre.”

Tu audiencia no solo te escuchará, también te recordará.

4. Usa analogías absurdamente simples

Si Newton usó una manzana para explicar la gravedad, tú también puedes encontrar algo sencillo para tu tema. ¿Eres programador? No expliques código como una receta de cocina francesa. Hazlo como una pizza:
—“El código base es la masa, y cada funcionalidad que añadimos son los ingredientes.”

¡PUM! De repente, todos entienden por qué tu trabajo no se hace en cinco minutos.

5. Haz pausas dramáticas

Porque no hay nada más efectivo que dejar a tu audiencia procesar. Haz una pregunta, espera. Mira cómo reaccionan. Si ves caras de “me estoy perdiendo”, retrocede. Pausa para aclarar.

En oratoria, aunque parezca una contradicción, lo más efectivo puede ser el silencio.

La maldición superada: un ejemplo

ANTES:
—“El índice de masa corporal es la relación entre el peso en kilogramos y el cuadrado de la estatura en metros.”

DESPUÉS:
—“Imagina que tomamos tu peso y lo dividimos entre el espacio que ocupas. Así es como medimos si estás en tu peso ideal.”

Ahora sí, hasta tu tía abuela lo entiende.

El superpoder de la claridad

Romper la maldición no te hace menos experto. Al contrario, te hace el mejor tipo de experto: el que puede enseñar, inspirar y conectar. Así que levántate, sal y explica tus ideas como el genio accesible que sabemos que puedes ser.

Tus palabras pueden cambiar el mundo… si consigues que te entiendan.

Y este es el único camino que lleva a la maestría.

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Por dónde empezar cuando no sabes por dónde empezar

Si ya tienes una presentación hecha pero no tienes claro si se entiende o no lo que quieres decir, aquí te dejamos unos truquis para que puedas hacer la prueba del algodón:
1. Pide a alguien externo que revise la presentación y observa si entiende de lo que hablas y si puede resumir las ideas principales sin tu ayuda.
2. Busca términos técnicos y reemplázalos. ¿Alguien de 15 años entendería esta palabra? ¿Hay una forma más sencilla de explicarlo?
3. Evalúa el ritmo y los ejemplos. ¿Hay demasiada información seguida sin descansos ni ejemplos? ¿Puedo incluir alguna historia o alguna analogía?
Y ya nos cuentas qué tal…

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Hablar en público no acojona

El entrenamiento y el largo plazo

Ya sabemos que no es sencillo mirar en el largo plazo cuando tú lo que tienes es una presentación importante la semana que viene.

Pero del mismo modo que no te lanzarías a correr una maratón sin haber entrenado durante meses, incluso años, tampoco puedes pretender convertirte en Obama sin entrenamiento. La vida real no es Matrix.

Así que piénsalo. Si de verdad quieres dejar atrás esos miedos y convertirte en superhéroe de las presentaciones, hay que pensar con estrategia y a largo plazo. Formarte y entrenar… lo mismo que si fueras a correr una maratón.

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Charla recomendada

¿Sabías que Maisie Williams (Arya Stark) dio una charla en TEDxManchester?

La charla es interesante, habla de la fama, de lo que para ella supuso entrar, como una niña, en Juego de Tronos… y de que mucha gente busca la fama por la fama, pero que lo importante es buscar tener talento.

Pero en lo que queremos que te fijes es en otra cosa. Pasan casi 2 minutos hasta que entra en harina. Y durante esos dos minutos está visiblemente nerviosa. Tanto que se sale del círculo rojo. Hay un momento en el que parece que está sin control.

¿Te lo habrías esperado de una estrella de fama mundial como ella?

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