Siempre parece que cuando tenemos un evento informal o nuestro contenido es más light, no debemos invertir demasiado tiempo en preparar nuestra charla. Desde aquí ya te lo decimos: eso es un error.
No podemos caer en esa trampa. Las charlas informales también se preparan. Es más, para que parezca relajada y sea humorística, quizá haya que redoblar esfuerzos y prepararla con más intención.
Hoy te contamos cómo hacerlo:
Cuál es el objetivo de la charla
Independientemente de si es una charla relajada o divertida, siempre hay un objetivo detrás. ¿Qué quieres conseguir? Puede ser informar, entretener o persuadir a la audiencia. Identificar el propósito de tu charla es fundamental para planificar el contenido y darle estructura adecuada. Ya te avanzamos que el Viaje del Héroe también puede funcionarnos aquí a la perfección.
¿Conoces quién es tu audiencia?
Necesitas adaptar tu charla a tu audiencia. Esto es fundamental para lograr una conexión con ella y poder mantener su atención. Si no sabes quiénes son de antemano, investiga sobre sus intereses, conocimientos previos y expectativas. Así, podrás adaptar el contenido, el estilo de la charla… y tus chistes a sus necesidades y preferencias.
Estructura la charla
Una charla necesita una estructura como una frase. Sin sujeto, verbo y predicado no podríamos entendernos. Las charlas bien estructurada son más fáciles de seguir y así podrás mantener el interés de la audiencia, que, por cierto, si en 2019 las tasas de abandono de las charlas TED estaban en los 9 minutos, en 2021 esta cifra había caído a los 5 minutos. Fíjate si es importante mantener el interés.
Prepara el contenido
Preparar el contenido de la charla es fundamental para transmitir las ideas de manera clara y efectiva. Esto implica investigar el tema ¿de qué voy a hablar?, seleccionar los puntos clave ¿cómo los voy a contar?, ejemplos y anécdotas relevantes ¿cómo voy a ilustrar mis puntos?, y redactar un guion o esquema (OJO con esto, fun-da-men-tal) para seguir durante la presentación. También es importante practicar la charla en voz alta para asegurarse de que fluya de manera natural y sin problemas.
De hecho los monologuistas no preparan sus monólogos de golpe. Ensayan en sesiones que ellos llaman open mic y que consisten en probar bloques (párrafos) nuevos de sus monólogos, chistes nuevos, a ver cómo funcionan. Los van puliendo según sea la respuesta del público. Poco a poco.
Utiliza el humor con precaución
El humor puede ser una herramienta poderosa para mantener la atención y conseguir que una charla sea más agradable. Pero es importante utilizarlo con cuidado, porque aunque todos los temas y situaciones podrían potencialmente ser apropiados para el humor, va a depender de tu audiencia.
Se dice que la comedia es tragedia + tiempo. Lo que hoy nos parece un drama y nos hace llorar, quizá mañana, con distancia, nos parezca que tiene un chiste. Asegúrate de que tu humor sea apropiado para la audiencia y el contexto, y trata de evitar bromas que puedan ofender o ser controvertidas y, si las haces, que sea porque quieres hacerlas.
Ensaya, ensaya y vuelve a ensayar
Practica la charla en voz alta y recibe feedback de quien puedas: colegas, amigos o familiares. ¿Se ríen? Si ellos no lo hacen, ¿por qué piensas que debería reírse otra audiencia? Prueba en un open mic. Pule el guion poco a poco, a fuego lento.
Y ya nos contarás qué tal te ha ido.
¡La semana que viene más!
La charla recomendada
Si nunca has visto esta charla de James Veitch, ha llegado el momento de hacerlo.
Es el ejemplo perfecto de cómo puedes tener una idea, contar una historia e incluir humor en una misma charla. Fíjate especialmente en cómo estructura cada bloque. Y también en sus pausas y en la puesta en escena.