A veces, las mejores cosas que decimos… no se dicen.
En oratoria, nos obsesionamos con las palabras: qué decir, cómo decirlo, qué estructura usar, cómo empezar, cómo cerrar. Y claro, todo eso importa. Pero hay algo que dejamos fuera con demasiada frecuencia, y que tiene un poder brutal cuando lo usamos bien: el silencio.
Hoy vamos a hablar precisamente de eso: cómo usar las pausas estratégicamente para que nuestras ideas lleguen con más fuerza, claridad y emoción.
Porque sí: callarse a tiempo también es parte del arte de hablar bien.
¿Por qué las pausas son tan poderosas?
Las pausas no son solo “tiempos muertos” entre frases. Son herramientas activas que pueden transformar por completo tu comunicación. Bien usadas, generan tres efectos clave:
Captan atención
Dan espacio para que el público procese lo que has dicho
Añaden fuerza emocional y presencia escénica
¿Te has fijado en cómo algunos oradores simplemente... mandan cuando callan? Ese silencio no es vacío. Es tensión, es intención. Y eso, si lo manejas bien, te convierte en un/a comunicador/a magnético/a.
(Mira cómo lo hace Jim Carrey en este discurso y maravíllate como lo estamos nosotros).
El silencio como lenguaje
Lo interesante es que el silencio también comunica. Dice cosas como:
– “Atención, esto que viene es importante”.
– “Deja que eso te cale un segundo”.
– “Estoy presente, cómodo, y no necesito llenar cada espacio con palabras”.
Nos da miedo el silencio porque lo asociamos con incomodidad. Pero en oratoria, el silencio es control. Y controlar el ritmo de tu discurso es tan importante como el contenido.
El mayor error: hablar sin respirar
A veces, por los nervios o por la emoción, hablamos como si nos persiguiera un tren. Una frase tras otra, sin pausas, sin aire, sin dejar espacio para que el público respire con nosotros.
Y claro, si tú no respiras, ellos tampoco. Y si ellos no respiran, no procesan.
Les estás dando contenido, sí, pero sin oportunidad de asimilarlo.
Imagina una canción sin compases, o una peli sin cortes. Agota.
Pues con un discurso, igual.
Tipos de pausas (y cómo usarlas)
Vamos a ver distintos tipos de pausas que puedes usar a lo largo de tu charla. Cada una tiene una función específica. La clave está en identificarlas y aplicarlas con intención.
1. Pausa de asimilación
Sirve para que el público digiera lo que acabas de decir. Especialmente útil después de ideas complejas o frases impactantes.
🟢 Cuándo usarla:
– Tras una afirmación potente
– Después de una metáfora
– Al final de una anécdota
🔹 Ejemplo:
“Y fue entonces cuando entendí que no había hablado mal. Solo había hablado con miedo.”
(pausa)
“Y eso también es comunicación”.
2. Pausa de énfasis
Resalta lo que viene después. Es como decirle al público: “Atención, ahora viene lo bueno.”
🟢 Cuándo usarla:
– Justo antes de una frase clave
– Cuando quieres romper el ritmo y crear expectación
🔹 Ejemplo:
“Podemos hacerlo mejor.
(pausa)
Y debemos hacerlo mejor”.
3. Pausa dramática
Es la pausa larga. Intencionada. Esa que genera tensión. Si la manejas bien, tiene un efecto escénico brutal. Si la alargas demasiado sin intención… se vuelve incómoda.
🟢 Cuándo usarla:
– Para cerrar una historia con fuerza
– Antes o después de una pregunta retadora
– En momentos emotivos o solemnes
🔹 Ejemplo:
“¿Y si te dijera… que todo lo que temes ya lo has hecho antes?”
(pausa de 3–4 segundos)“Solo que no lo llamaste valentía”.
4. Pausa respiratoria
No todo es estrategia. También hay pausas que tu cuerpo necesita.
Respirar bien no solo te oxigena, también te ayuda a mantener la calma y el control.
🟢 Cuándo usarla:
– Al final de cada frase
– Entre ideas
– Cuando notas que estás acelerando demasiado
Este tipo de pausa ayuda a mantener un ritmo natural y humano. Y lo mejor: si tú estás tranquilo, el público también lo está.
5. Pausa para observar
A veces, callarse sirve para mirar al público. Tomarte un segundo para conectar visualmente, ver sus caras, medir su reacción. Eso también es parte del acto comunicativo.
🟢 Cuándo usarla:
– En medio de una historia o argumento
– Después de una pregunta
– Cuando el público está muy callado (o muy inquieto)
🔹 Ejemplo:
“¿Y sabes qué fue lo más difícil de todo?”
(pausa y mirada al público)
“Aceptar que me daba miedo ser claro”.
Cómo entrenar el uso de pausas
Las pausas no se improvisan (bueno, algunas sí, pero con práctica). Lo ideal es entrenarlas como parte de tu guion. Aquí te dejamos algunos consejos prácticos:
🧠 1. Escribe tu texto con pausas intencionadas
– Usa barras “/” o espacios dobles para marcar dónde quieres pausar
– Grábate leyéndolo en voz alta y escucha si esas pausas fluyen o no
🧍♂️ 2. Ensaya con cronómetro
– Prueba a sostener una pausa durante 2, 3, 5 segundos
– Observa cómo se siente: ¿incómodo? ¿poderoso? ¿auténtico?
🎯 3. Mira referentes que las usen bien
– Barack Obama, Brené Brown, Chimamanda Ngozi Adichie o incluso algunos monologuistas de stand-up usan las pausas como si fueran parte del guion
El miedo al silencio
El mayor obstáculo que tenemos con las pausas no es técnico, es psicológico.
Creemos que si callamos, el público se va a desconectar. O que van a pensar que no sabemos qué decir. Pero es justo al revés: cuando pausas con confianza, proyectas autoridad.
El silencio genera atención.
La atención genera presencia.
Y la presencia… te vuelve inolvidable.
Combina ritmo + pausa
Piensa en tu discurso como una canción. Necesita:
– Frases rápidas que generen energía
– Momentos lentos que den peso
– Silencios que respiren
– Ritmos que cambien para no aburrir
🎶 El ritmo se construye alternando palabras y pausas.
No hay ritmo sin descanso. No hay música sin silencio. Tampoco hay buen discurso sin pausas.
¿Y si usamos el silencio como mensaje?
Vamos un paso más allá.
¿Qué pasaría si el silencio no fuera solo un recurso técnico, sino parte del mensaje?
Ejemplo:
“A veces, lo más poderoso que puedes decirle a alguien…
es nada”.
(pausa larga)
“Estar. Escuchar. Sostener sin hablar. Eso también comunica”.
Cierra con una pausa
¿Te acuerdas del artículo anterior, sobre cómo cerrar con eco?
Pues uno de los recursos más potentes para ese cierre… es una pausa.
Cuando termines tu última frase, no te vayas corriendo.
Quédate. Respira. Mira.
Ese segundo extra hace toda la diferencia.
Te proponemos un reto
En tu próxima charla, presentación o incluso conversación… prueba a callarte.
Solo un poco más.
Justo después de una idea clave.
O justo antes de decir algo importante.
Siente qué pasa.
Y cuéntanos.
Porque a veces, cuando dejas de hablar… es cuando realmente estás diciendo algo.
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