Imagina cuatro cuerdas bien atadas a tus cuatro extremidades y, en el otro extremo, cuatro caballos estirando con todas sus fuerzas. Estirando hasta el punto de poder dislocar tus articulaciones y, posiblemente, desmembrarte vivo.
Imagina que te clavan cerillas de llama infinita en las uñas. Con una quemadura de intensidad media pero constante, con un dolor punzante que va subiendo por tu brazo y se vuelve insoportable hasta el desmayo.
O que te metan en el toro de Fálaris, un artilugio de cobre en el que cocían gente dentro haciendo fuego por debajo.
Por cierto. El toro de Fálaris se estrenó castigando a su inventor, un tal Perilos, por haber concebido un instrumento tan terroríficamente malvado y cruel.
Si has leído hasta aquí lo más probable es que tengas el gesto torcido, imaginando lo inimaginable. Es difícil, pero podemos intentar imaginar, aunque sea por un momento el miedo que sentían los condenados minutos antes de ser castigados, ¿te haces una idea?
Pues bien, hay personas que sienten un terror paralizante parecido justo antes de hablar en público.
Un terror penetrante, que llega al fondo del estómago y puede llegar a ser totalmente bloqueante.
No sabemos explicarte qué sucede en el cerebro, pero algún antiguo mecanismo se dispara cuando debemos dirigirnos a una audiencia.
De hecho es la barrera más bestia para hablar en público. La enorme mayoría de la gente rechaza de entrada cualquier invitación a hablar a un grupo y, si lo hace, se le notan los nervios claramente.
Francamente, no hay trucos mágicos. Sí algunos consejos que te podemos compartir después de haber dado centenares de charlas.
Spoiler: olvídate de esa tontería de imaginarte al público desnudo y de ideas absurdas del estilo. Eso lo dijo alguien algún día y luego lo han repetido hasta que parece cierto, pero no lo es.
Aquí van tres ideas que tienen más posibilidades de servir de ayuda:
No memorices hasta la última palabra a no ser que tengas el talento de Núria Espert. Para el resto de los mortales es mejor tener una estructura y un hilo conductor. ¿Qué es lo peor que puede pasar, que te quedes en blanco?
Si has memorizado como un loro lo más probable es que sudes sangre para volver al punto en el que te quedaste. En cambio, si tienes una estructura es mucho más fácil retomar el hilo. Y, sobre todo, hazlo con naturalidad.La improvisación es genial si eres Bruce Springsteen y llevas 40 años dando candela. Entonces improvisar puede que se te de genial. De nuevo, hasta los grandes artistas tienen su show milimetrado pero un pequeño margen es un riesgo controlado.
Así que tú no serás menos, prepárate bien y deja poco espacio para las sorpresas. Por lo menos hasta que tengas más práctica. Es cierto que las tablas existen, sirven y te pueden salvar de algún desastrillo. Mientras llegan, prepárate bien las charlas.Preparar una charla de cierto impacto, no un speech cualquiera, requiere de mucha preparación. Cuando decimos mucha queremos decir muchísima. Para que te hagas una idea, la preparación de una charla TED/TEDx, por supuesto, empieza muchos meses antes. Es un proceso que empieza con una idea, sigue con borradores (en plural) y acaba en ensayos (¿decenas?).
A lo mejor ahora te parece algo muy lejano, imposible. Imposible también es completar una maratón si te mueves menos que el gato de mi abuela. En cambio con un buen plan de entrenamiento sí podrías completar una dentro de un año.
Cada maestrillo, su librillo, ya sabes. Así que si tienes algún truco para ese último minuto, deja tu idea en los comentarios. Estaremos encantados de conocerla.
Charla recomendada
La ansiedad afecta a millones de personas en todo el mundo, provocando todo tipo de desórdenes mentales que aceptamos con demasiada facilidad.
Desórdenes que modifican nuestra vida, cómo afrontamos los problemas del día a día o el estrés de estas vidas tan ocupadas que tenemos. Sin embargo, las soluciones como la medicación o la terapia no siempre tienen los resultados esperados, al contrario. En esta interesante charla Olivia Remes desvela su visión sobre la ansiedad y da algunas pautas interesantes para afrontarla.
Enhorabuena por el artículo. Me parece estupendo y le sacaré mucho partido en clase. Mil gracias.
Suelo comentarles a mis alumnos que antes de empezar sus charlas repasen los momentos de impacto que han preparado para comunicar con el lenguaje no verbal (miradas y gestos, principalmente). Cuando trabajamos este aspecto y cuando lo incorporan en su discurso, para ellos supone un antes y un después.
Me gustaría dejar una pregunta: ¿cuál es el mejor momento para dejar de repasar la charla? ¿Cuánto debe reposar antes de producirse el momento?