Las historias de superación, incluso las más extremas, pueden ser un gran hilo conductor para una charla.
Sin embargo, la mayoría de oradores las utilizan mal. Tan mal que hacen que la charla se quede en el montón de la mediocridad, con una íntima sensación en la audiencia de que la están chantajeando emocionalmente.
Hoy, en Game of Talks, vamos a desmontar algunos mitos en relación a las historias de superación y las charlas.
Como organizadores TEDx recibimos a lo largo del año montones de peticiones para dar una charla. De hecho existen agencias especializadas en buscar para sus clientes eventos TEDx alrededor del mundo en el que dar su conferencia. Tienen su elevator pitch, su dossier de presentación y las más sofisticadas una web específica sobre la conferencia.
De entre todas las propuestas hay un tipo que se repite con cierta frecuencia. Se trata de la persona que ha vivido una situación extrema. Puede ser un accidente trágico, la pérdida traumática de familiares directos o una discapacidad severa. En todos los casos quiere contar al mundo como la superación de esa circunstancia puede resultar inspiradora para otras personas. En ese tipo de charlas a menudo la idea que sobrevuela toda la charla es esa de “si quieres, puedes”. O peor aún, “si yo he podido, tú también puedes”.
No decimos que no pueda funcionar. De hecho encontrarás miles de charlas en YouTube que están diseñadas así. Y tienen su público, como todo en esta vida.
Sin embargo, no nos parece la forma más honesta de tratar a la audiencia. Utilizar situaciones personales extremas sin otro motivo más que ese ciertamente puede remover las emociones de la audiencia. Si, por ejemplo, en una charla se cuenta como alguien perdió a un hijo trágicamente todos los que tienen hijos y están en la sala empatizarán emocionalmente con el orador. Algo de dramatismo en la voz, una luz tenue, unos segundos de silencio hábilmente colocados y, ¡voilà!
Tal vez os suene y es porque lo hemos visto miles de veces en películas y series. Y funciona.
A nosotros no es que nos parezca exactamente mal hacerlo. Si alguien se siente reconfortado después de una charla así, pues genial. Si hay personas que sienten que, después de una charla determinada, sus problemas están más cerca de solucionarse nada que decir.
Solo es que preferimos otro tipo de enfoque.
Es importante recordar que una charla se parece en muchos aspectos a un viaje. Un viaje en el que llevas a la audiencia desde el punto A, en el que se encuentra, al punto B. Y como en todo viaje, vas a necesitar un vehículo. Ese vehículo es la estructura narrativa, el medio por el que se va a realizar ese viaje imaginario. Utilizar una historia personal de superación como vehículo puede ser un buen recurso. Pero no nos olvidemos que es eso, un vehículo.
Lo que se lleva la persona que está en la audiencia es la idea que transporta ese vehículo. Es decir, una historia de superación puede servir de forma brillante para trasladar una idea, para contar una historia, para mover a toda una audiencia. Pero la historia en sí no es relevante por sí sola. En cambio sí lo es conocer cuáles fueron los aprendizajes que el protagonista obtuvo, si es que los hubo. Y debe ser algo más aparte de si quieres puedes. Porque además no siempre es cierto. A veces el sufrimiento solo conlleva dolor y es el paso del tiempo el que se encarga del resto. O las reflexiones que podemos hacer a raíz de esa experiencia. Tal vez nos haga cambiar de opinión sobre un prejuicio. O nos moviliza para tomar acción contra una injusticia.
Hace unos días te hablábamos por aquí de la mítica charla de Melissa Fleming acerca de la increíble travesía de Doaa desde Siria hasta Suecia. Una travesía llena de penurias, desgracias y muerte. La charla es emocionante, mucho. Sin embargo el objetivo no es sentir pena por Doaa sino sensibilizar a la audiencia acerca de cómo Europa gestionaba en ese momento la crisis migratoria que provocó la guerra de Siria. Y lo consigue, vaya si lo consigue.
Así que sí, utilizar una historia de superación puede ser un vehículo fenomenal para tu charla. De hecho, las historias de superación forman parte del Viaje del Héroe. Ya sabes, estamos hablando de la que seguramente es la estructura narrativa más utilizada de la historia. Pero el Viaje por sí solo no valdría nada si no fuese por la recompensa, por lo que el Héroe obtiene después de superar todas las pruebas que el Viaje le pone en su camino. Centrar la charla en el Viaje es no haber comprendido las enormes posibilidades de esta estructura narrativa. No para contar el Viaje, recuerda, eso solo es un vehículo. Se trata de contar una historia utilizando un patrón que venimos repitiendo desde que vivíamos en cuevas.
Tal vez estés pensando que a ti no te ha pasado nada trágico, ¡afortunadamente! Bien, la gracia de esta estructura narrativa es que no es exclusiva de las grandes tragedias, eso lo podemos dejar para Hollywood. A pesar de eso no es menos cierto que en nuestro día a día nos enfrentamos continuamente a retos, proyectos, objetivos. Y es ahí cuando puedes (y debes) utilizar la estructura del Viaje del Héroe con tu propia historia, con tus personajes, sus pruebas y sus aprendizajes. Si necesitas ayuda en eso, tal vez nuestro libro (¡hemos venido a hablar de nuestro libro!) te puede ser de ayuda. Lo que hicimos ahí fue destripar la estructura narrativa del Viaje del Héroe para que la puedas utilizar con cabeza, teniendo todas las herramientas en tu mano para difundir tu idea.
La charla recomendada
Hoy en esta sección vamos con Isaac Lidsky porque en esta charla hace exactamente lo que te hemos contado.
Utiliza una historia personal como hilo conductor de lo que nos quiere decir.
Es una historia dura que le cambió la vida.
¿Podría haber sido lacrimógena?
Sin duda. Mucho.
Pero no lo es. En absoluto.
En la introducción de la charla, Isaac Lidsky revela algo impactante sobre sí mismo que marca el devenir de la charla. No se regodea en ello, ni pretende dar pena, ni siquiera pretende ser un ejemplo de nada. Sencillamente es su forma de explicar su vida.